Con Roberto Feletti a la cabeza, la Secretaría de Comercio congeló los precios de casi 1300 productos (alimentos, bebidas y productos de higiene y limpieza) hasta enero de 2022; y el cumplimiento de la norma será monitoreado de cerca por el gobierno. La idea es controlar la inflación y, por cierto, no es nueva. Hagamos un poco de historia.
En su segundo mandato, Juan Domingo Perón creó la Comisión Nacional de Precios y Salarios, para bajar la inflación, que en 1952 llegaba al 38,8%. Al año siguiente el índice bajó al 4%, pero en 1955 volvió a los dos dígitos: 12,3%.
También el gobierno de Arturo Umberto Illia echó mano de la medida en 1964, aunque se encontró con la férrea oposición de Unión Industrial Argentina (UIA).
En 1973, también con Perón en la presidencia, el ministro José Ber Gelbard lidiaba con una inflación del 60%. Utilizó la misma receta y la bajó al 17%. Pero tras la muerte de Perón, en 1974, todo voló por los aires: el nuevo ministro, Celestino Rodrigo, devaluó la moneda y en 1975, la inflación pasó a ser del 182%.
Hacia 1977, en plena dictadura militar, el ministro de Economía José Martínez de Hoz estableció una “tregua” de precios por 120 días.
En los ’80, y en el marco del Plan Austral, Raúl Alfonsín también impuso el control de precios. El final es recordado seguramente por muchos: durante su mandato, Alfonsín tuvo un promedio de 398% anual de inflación, que terminó con la híper de 1989.
¿Eso es todo? De ninguna manera. En 2006, Néstor Kirchner avanzó en un acuerdo de precios; en 2013, el secretario de comercio Guillermo Moreno trabajó en un congelamiento “informal y de palabra” que al finalizar triplicó los precios; y en 2019, Mauricio Macri dispuso el congelamiento de 60 productos alimenticios por siete meses, intento que concluyó con un índice del 53,8%, el más alta desde 1991.
Una vez más, con sus viñetas, Landrú nos pone en evidencia. Hoy como ayer, se aplican las mismas soluciones para los problemas de siempre.