Rogelio, el hombre que razonaba demasiado, entró a un cine.
—Deme una platea —le dijo al boletero.
—¿En qué fila?
Rogelio automáticamente se puso pensar:
Desea saber en qué fila quiero.
En los teatros de revistas la mejor fila es la cero.
El cero a la izquierda no vale nada.
El que nada no se ahoga.
Los que se ahogan gritan ¡Socorro!
Mi prima se llama Socorro.
Socorro está de novia.
Luego, el boletero ha querido preguntarme si vengo al cine con Socorro.
—No —le dijo Rogelio —. Deme una sola platea. Socorro no puede venir conmigo al cine porque está de novia.
—¿Qué dice? — preguntó el boletero, que creía no haber oído bien.
Rogelio prosiguió con sus razonamientos.
Yo digo que Socorro está de novia.
Los trajes de novia tienen cola.
Coca-cola es una bebida.
Coca es la hermana de Socorro.
Coca no está de novia.
Por lo tanto, si Coca no está de novia, puedo venir al cine con ella.
—Tiene razón —dijo Rogelio al boletero —deme dos plateas en la fila doce.
El empleado, mirando de reojo, le dio dos entradas, y Rogelio, luego de sentarse en su platea, abrazó a una señorita que tenía a su lado.
—¡Socorro! —gritó la señorita.
—¿Socorro? —dijo Rogelio sorprendido—. Perdón. No sabía que usted era Socorro. Yo creía que usted era Coca.