En esta quinta y última parte de la entrevista, Landrú habla sobre el buen humor y nos recuerda la Argentina de su juventud.
¿Alguna vez se preguntó el significado de firmar Landrú con minúscula?
“Sí, tanto mi dibujo como mi firma son infantiles, y los chicos generalmente escriben con minúscula. Es por eso, y para no darle mucha importancia, pero al mismo tiempo se la doy al ponerle el signo de admiración. Así lo equilibré. No lo pensé mucho, fue el subconsciente”.
Señor Landrú, ¿crear humor, garantiza el buen humor?
“No, yo tengo buen humor pero conozco muchos humoristas que no lo tienen. Bueno, tomo la vida de una manera especial: no le doy a las cosas más importancia de la que tienen, quiero que a todo el mundo le vaya bien, trato de no hacer mal a nadie; cuando dirigía la revista hacía entrar también a personas que tenían ideas contrarias a las mías; hago un favor a alguien y estoy contento; pero toda la gente no es así. Creo que el peor defecto es la ingratitud.”
¿Cómo es el país que usted desea?
“Quiero el país que conocí hasta mis veinte años, yo nací en el año 1923, hasta el 42 ó 43 me gustó, ahí comenzó a deteriorarse.
Era un país en que el tranvía y el colectivo costaban diez centavos, el precio del cine y de los restaurantes tampoco subía nunca, la inflación no se conocía y la plata argentina valía. Además, la gente estaba mejor arreglada. Buenos Aires era una ciudad limpia.
Y la educación… Ahora lo único que se oye son cosas maleducadas, los mismos piropos que les dicen a las mujeres son degradantes. Antes había más respeto. Uno veía una persona mayor o una mujer en el colectivo, y le cedía el asiento, ahora cuando le cedí el asiento a una chica de 30 años más o menos, se burló, me largó la carcajada. O si no voy por la calle y me preguntan qué hora es sin decir por favor.
No es que quiera vivir de nostalgias, me gustaría que fuera un país pujante, con desarrollo, iniciativa privada, y no todo manejado por el Estado ni lleno de prohibiciones.”
¿Hay algo más que quiera decir?
“Sí, tenía un amigo y dibujante muy bueno que ya murió, Fantasio, creador de ‘Tancredo’. Hace tiempo me llamó su mujer para decirme que en Chile tenían interés en mis dibujos, y como Hyspamérica editó el año pasado mi libro ‘La razón de mi tía’, parodia de ‘La razón de mi vida’, cuando vino el director de la revista chilena se lo entregué, diciéndole que podía utilizar sus dibujos.
Aceptaron mis creaciones, aun cuando entre ellas había chistes sobre Pinochet y el Beagle, y hoy me llegó en pago un cheque por una suma en dólares mayor que uno de mis sueldos. La moneda es fuerte ahora en Chile. ¡Pensar que nuestra inflación en julio fue de 196,6%! Yo me dije: Esto quiere decir que de 196 comen seis. ¡Qué país encontró el nuevo gobierno! Espero que les vaya bien, sino estamos hundidos. Por eso, cuando me preguntan cómo me va, digo Más o Menem, hasta que se aclare el panorama.”
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