Créase o no, hay historias que merecen ser contadas. Entre ellas, la espeluznante leyenda del Chipecondién, una extraña criatura con enormes dientes y abundante barba que pasmaba de miedo a quienes se lo cruzaban. O más que miedo, un julepe bárbaro que provocaba que huyeran despavoridos ante su presencia.
A finales de la década del ’70, Landrú se dedicó a recopilar estas misteriosas apariciones que casualmente sucedían en diferentes puntos del planeta. Pero, ¿qué se sabe hoy del Chipecondién? ¿Es un mito o son sucesos reales? ¿Son habladurías o hechos verídicos? ¿Es un ente imaginario o un ser de carne y hueso y exuberante dentadura?
Evidentemente, muchísimas incógnitas surgen alrededor de la leyenda del Chipecondién, aunque solamente contemos con un puñado de respuestas. Lo cierto es que unas cuantas personas aseguran haberlo visto.
Así lo relató Landrú en un breve texto transcripto de la revista Tía Vicenta.
EL CHIPECONDIÉN SEGÚN EL PAISANO DON TAPIA
Cuenta el paisano don Tapia que allá por sus pagos de Entre Ríos, un atardecer de noviembre de 1939, cuando volvía a caballo a las casas junto con varios paisanos vecinos, divisó en la lontananza, sobre el pasto, un bulto extraño.
Curioso, don Tapia se acercó a ver lo que era, y comprobó que sólo se trataba de un bebito envuelto en pañales, que estaba recostado dándole la espalda.
—¡Es un chiquito!—gritó asombrado don Tapia a los paisanos.
El bebito se dio vuelta lentamente, mostrando su horrible cara llena de pelos y barba, y sonriendo maleficamente con dientes ENORMES, dijo con extraña voz:
—Chiquito, pero con dientecitos.
Don Tapia y los paisanos huyeron despavoridos. Desde entonces, nadie volvió a ver al Chipecondién.
Muy pronto añadiremos nuevas apariciones.