Luis Alberto Carezzano tiene 51 años, nació en Martínez y hace décadas que emprendió el arduo camino de la docencia. Maestro de grado y Profesor de Historia con trayectos en Ciencias Sociales; Diplomado en Enseñanza de la Historia y las Ciencias Sociales en FLACSO; y docente en nivel primario, secundario y terciario, hoy se enfrenta a una problemática “moderna”: captar la atención de un alumnado muchas veces disperso y más cerca del celular que de los libros.
Atento al desafío, Luis implementó la modalidad de usar el humor como vínculo comunicante. Y no cualquier tipo de humor: para sus clases, el profe utiliza viñetas de Landrú.
HUMOR EN CLASE
Luis se comunicó con Fundación Landrú para solicitar viñetas alusivas a Malvinas, nos contó para qué las necesitaba y enseguida nos pusimos en contacto. “Siempre consideré el humor político como un disparador para el análisis de las problemáticas de Historia. Y las tapas de Tía Vicenta me parecieron muy oportunas para generar contenidos pedagógicos. Landrú tenía un estilo humorístico desafiante y provocador, sobre todo en un contexto político guionado por la censura. Era dueño de una lucidez y una valentía admirables”, explica.
-¿Y cómo decidís incluirlo en tus clases?
-Mi idea era introducir los temas desde la mirada aguda de los humoristas. Dicho de otro modo, transformé a Landrú en un recurso didáctico, gracias a la potencia que adquieren los conceptos en ese recorte de la realidad que se ofrece en una viñeta.
-¿Con alumnos de qué edad comenzaste?
-Al principio, con los de nivel terciario. Y después, con algunos ajustes, repetí la experiencia en el nivel secundario y primario. En todos los casos, advertí que el humor habilita a la reflexión y muchas veces permiten hacer otros abordajes y recortes”.
EL PROFESOR LANDRÚ
Si bien Luis trabajó con material de las revistas Caras y Caretas, El Mosquito y Humor, asegura que “Landrú le suma a mis clases el análisis crítico de un contexto histórico. Logró ser provocador y sobrevivir, e hizo pensar a los lectores desde la ironía eludiendo la censura”.
-¿Y los chicos más chicos se enganchan?
-La recepción siempre es positiva, pero diferente según las edades. Hay cambios generacionales en el humor, pero los clásicos no pierden vigencia. Y Landrú está en esa categoría: es un clásico.
-Según tu experiencia, ¿qué le aporta el humor de Landrú a la Historia argentina?
-Entiendo que Landrú fue un observador lúcido y crítico de los distintos contextos políticos de nuestro país. Su aporte es un análisis inteligente y transgresor para entender momentos difíciles de la vida institucional de Argentina. A través de su obra, es posible entender la historia política y social argentina de las últimas siete décadas. Su genialidad era la capacidad para ser simple y profundo al mismo tiempo. Por eso lo incluyo en mis clases como un recurso didáctico.