Hace una década, la artista plástica e ilustradora Magdalena Arcieri Valdés aportó su pinceladas al Paseo de la Historieta con el mural del famoso Gato de Landrú, ubicado en la calle Balcarce 652, en Monserrat. Su trabajo se convirtió en una parte querida del barrio y, de la mano de Landrú, le añadió encanto y color a la pared de un estacionamiento. El recorrido profesional de Magdalena ha sido diverso y apasionante. Estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes Regina Pacis, en San Isidro, y posteriormente realizó un posgrado de ilustración en Barcelona, donde reside actualmente.
NUEVOS AIRES
Este año, el Gobierno de la Ciudad la convocó para restaurar la emblemática obra y, según cuenta, “me llamaron porque están poniendo en valor todo el casco histórico de la ciudad. Muchos murales y esculturas estaban deteriorados, pero el del Gato no tenía ninguna mancha ni un grafiti ni un aerosol… ¡Nada! Fue una experiencia lindísima, porque también estaba José, el dueño del estacionamiento, con quien me reencontré después diez años y me trajo un montón de recuerdos. Estuve en Buenos Aires apenas ocho días, con una agenda apretadísima, así que fue un poco maratónico. Lo terminé en un día entero, desde muy temprano hasta muy tarde, y cambié la pintura y el material para que tuviera más durabilidad. Pero básicamente, repliqué lo que había hecho hace diez años”.
Entre los recuerdos que volvieron después de una década está, obviamente, su sensación al ser convocada para realizar la obra. “Antes que nada, me cautivó el Paseo de la Historieta como concepto. Landrú me tocó de manera aleatoria, pero tuve suerte porque eran los dibujos que veía de chica. Me identificaba con ellos, aunque no llegaba a entender del todo su humor. Gracias al mural pude conocer el trabajo de la Fundación y estudiar más profundamente la obra de Landrú, que me parece espectacular”.
ARTISTA INTEGRAL
Durante sus años de estudio y sus viajes alrededor del mundo, el muralismo se convirtió en el gran aliado profesional de Magdalena. Sin embargo, en la actualidad, su enfoque se ha desplazado hacia el ámbito audiovisual, trabajando como productora en el área de ficción. ¿Su último trabajo? La serie “El amor después del amor”, basada en los primeros años de Fito Páez, disponible en Netflix. Este nuevo proyecto la trajo de regreso a Argentina. “Estoy en plena mudanza, pero cuando me llamaron para la restauración, no lo dudé. Hoy no me dedico específicamente a los murales, pero dentro de mis posibilidades, siempre voy a estar dispuesta a realizar un aporte a la cultura y dejar mi huella en Buenos Aires. Creo que el muralismo es eso: ser el canal de la obra de otro, como fue este caso; o crear una obra propia y regalársela a la gente”.
El mural del Gato de Landrú tiene un significado especial para Magdalena. Fue un punto de inflexión en su desarrollo artístico y personal. Representó una oportunidad para explorar la ilustración desde un enfoque distinto, alejándose de su estilo clásico y sumergiéndose en trazos simples y expresivos. “El Gato siempre fue muy característico y me pareció increíble que, con la simplicidad de sus trazos, Landrú pudiera lograr esa mezcla de simpatía, sarcasmo y picardía”.